martes, 24 de marzo de 2020

En verano hace calor y en invierno hace frío

Buenas tardes de nuevo.
             Se ve que al profe CAYETANO debistéis de caerle muy bien porque guarda un gran recuerdo de todas y todos, de hecho me ha pedido que os haga llegar una nueva REFLEXIÓN que, al igual que la anterior, nos va a servir a todos y a todas. 
No  me enrollo mas y os dejo con ella.
Sed buenas y buenos.



EN VERANO HACE CALOR Y EN INVIERNO HACE FRÍO 
       Es curioso como los seres humanos nos empeñamos en negar las cosas  cuando no nos conviene; pero eso sí, cuando nos  vienen bien las vemos como algo que merecemos, algo a lo que tenemos derecho y que sería muy injusto que no nos correspondiera.
   Incluso llegamos a creer que como nos portamos  bien con los compañeros, como realizamos los deberes, como hacemos caso a nuestros padres y como ayudamos a la vecina del quinto a subir la compra…. no vamos a ponernos enfermos ni a tener ningún problema (¡Pero cómo me va a pasar a mí, con lo bueno que soy!).
Desgraciadamente eso no funciona así; muchas veces las cosas no son como nos gustaría que fuesen.
      ¿Habéis oído alguna vez hablar de Bruce Lee?. Es ese personaje que aparece en la foto; era un famoso practicante de artes marciales a nivel mundial que nació en los Estados Unidos, con orígenes chinos. Bruce era una persona disciplinada, positiva y un maestro. Hay una frase que a él le gustaba especialmente:
esperar que la vida te trate bien porque eres buena persona es como esperar que un tigre no te coma porque eres vegetariano.
Veamos un ejemplo:  Si yo quiero ser muy alto (¡dos metros!)  y  mido un metro y veinte centímetros, cada vez que piense que no soy tan alto como me gustaría me sentiré triste, apenado y posiblemente enfadado. Estaré sufriendo por algo que no puedo cambiar. Del mismo modo, si ese pensamiento (“quiero ser más alto”), lo tengo en mi cabeza durante mucho tiempo a lo largo del día, llegará un momento en que estaré totalmente agotado. 
¿Qué podemos aprender de esta situación? Que cuando no podemos cambiar las cosas, debemos hacer un esfuerzo por cambiarnos a nosotros mismos, podemos hacerlo con una de las palabras mágicas, la ACEPTACIÓN. 
La aceptación consiste en  comprender que las cosas son como son, nos gusten o no. En verano hace calor, en invierno frio, las plantas nacen, crecen se desarrollan y mueren, no siempre podemos conseguir todo lo que queremos, algunas personas tienen un carácter desagradable, nuestros animales domésticos llegará un día en el que partan, somos pelirrojos, altos, tenemos limitaciones, tenemos virtudes… 
        Aceptación no significa conformarse. Se conforma el que no hace nada para cambiar algo  cuando puede hacerlo, mientras que aceptar significa que si después de haberlo intentado no se puede hacer nada, entiendo y respeto que tiene que ser así y no de otra manera. Cuando aceptamos, no sufrimos. 
        Aceptación también significa APRENDER Todo cuanto nos sucede es una buena oportunidad para valorar y aprender. 
Pensemos que sacamos una mala nota en un control; tenemos dos opciones, quedarnos tristes con la mala nota y llorar o por el contrario aprender lo que hicimos mal e intentar en la próxima oportunidad mejorar. 
Cada vez que aceptamos situaciones que no podemos cambiar, conseguimos avanzar, nos hacemos más fuertes por dentro, nuestra mente se desarrolla y somos capaces de conocer nuestras emociones.
        Niños y niñas, estos días en los que no podemos salir, visitar el parque, hablar con nuestros amigos cara a cara o dar un abrazo al primo al que queremos tanto, son una oportunidad para crecer por dentro, avanzar, aprender, mejorar y sacar lo mejor de cada uno de nosotros. 
       Mucho ánimo porque esto, también pasará.

Cayetano

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